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El duelo
Duelo en nuestra cultura se refiere al conjunto de procesos psicológicos y psicosociales que suceden a la pérdida de una persona con la que el sujeto se encuentra psicosocialmente vinculado.
Generalmente en los duelos suelen existir características parecidas ya que parten de una educación heredada con gran relación para la supervivencia. Sin embargo, la experiencia personal, lo aprendido en su entorno, la personalidad de cada uno, y otra serie de factores externos irán moldeando la respuesta para el duelo en cada individuo.
Cierto es que sobrellevar la pérdida de un ser querido es una de las cosas más duras a las que se debe enfrentar el ser humano. La muerte de una pareja, hermano, padre, o algún otro miembro de la familia, suele causar un dolor extremadamente profundo que puede dar lugar a largos períodos de tristeza y depresión.
Sabemos que las emociones son una parte importante de nuestra especie que permanecen en nuestro interior. Y aunque compartimos muchas características con los otros, podemos distinguir diferentes dimensiones propias que se verán afectadas de distinta manera ante la experiencia de un duelo.
Veamos las dimensiones más comunes relacionadas en nuestro medio (Lizarraga, Ayarram y Cabodevilla, 2005).
Dimensión física
Son las molestias físicas que pueden tener las personas que se encuentran en un proceso de duelo. Sequedad de boca, dolor de estómago, alteraciones en el hábito intestinal, opresión en el pecho y/o en la garganta, hipersensibilidad a los ruidos, disnea, palpitaciones, falta de energía, tensión muscular, alteraciones en el sueño, falta de apetito. La experiencia de la pérdida de un ser querido aporta grandes dosis de estrés, situación relacionada con la inmunodepresión, por lo que el organismo es más vulnerable a enfermar.
Dimensión emocional
Aquí se observan los sentimientos que el sujeto percibe en su interior durante el duelo. En esos momentos los estados de ánimo pueden variar y manifestarse con diferentes intensidades, incrementándose los sentimientos de tristeza, enfado, rabia, culpa, miedo, ansiedad, soledad, desamparo, añoranza, cansancio existencial, desesperanza, abatimiento, sensación de abandono, amargura y sentimiento de venganza.
El sentimiento de tristeza es complejo ya que si previo al fallecimiento del ser querido, la relación se ha sanado y se ha expresado el afecto, el manejo de la tristeza es más llevadero. En estos casos los psicólogos suelen sugerir que escriba una carta de despedida sincera, escrita desde el corazón.
Cuando el sentimiento que aparece es de culpabilidad, se puede solicitar el perdón del ser querido a través de algún tipo de ritual. Si la persona es creyente es muy sencillo a través de alguna oración, sabiendo que la persona donde se encuentre lo puede escuchar. En muchas ocasiones la culpabilidad es fruto de autoexigencias y no de la realidad.
Cuando el sentimiento que predomina es la rabia, se debe entender que es un mecanismo para compensar el dolor que se siente. Para ello lo mejor será canalizar y expresar esa rabia. En ocasiones la actividad física es un gran remedio para calmar esa rabia, también se puede golpear un cojín o gritar en un lugar seguro.
Dimensión cognitiva
En este caso nos referimos al aspecto mental. Dificultades para la concentración, confusión, embotamiento mental, falta de interés por nada, ideas repetitivas relacionadas con la persona fallecida, sensaciones de presencia, olvidar cosas frecuentemente.
Dimensión conductual
Cambios en el comportamiento diferentes al patrón previo. Aislamiento social, hiperactividad o inactividad, llanto, aumento de consumo de sustancias, llanto.
Dimensión social
Resentimiento hacia los demás, aislamiento.
Dimensión espiritual
Se llegan a replantear las creencias originales y la idea de transcendencia. Se pueden formular preguntas sobre el sentido de la vida y de la muerte.
Actualmente nos estamos enfrentando a una situación anómala que agrava enormemente el dolor de las familias que pierden un ser querido. Nuestra vida se enfrenta a una pandemia que nos está arrebatando a muchos de nuestros seres queridos, y por si fuera poco la pérdida de un ser querido, sentimos la impotencia al no poder realizar un velatorio, funeral y entierro como estamos acostumbrados.
Razón por la que están creciendo diferentes patologías como la depresión o la ansiedad, mientras se debe además estar confinado en casa.
Superar un proceso de duelo sin tener los besos y abrazos de la familia y amigos de los que se espera apoyo y comprensión, es más complejo. Es una situación excepcional donde los seres humanos deben renunciar a su naturaleza aprendida de lo que es un ritual de duelo, que consta de dos fases: el personal y el social, sin embargo la segunda fase en estas circunstancias se ha visto reducida de manera importante, por lo que el aspecto personal se torna más doloroso y duradero.
El no poder sentirse arropado por los otros produce una sensación de desolación interna, al no poder liberar las emociones mientras se comparte con los otros el llanto o el abrazo, además de no poder despedirse del ser querido que en la mayoría de las ocasiones no le han podido ni siquiera ver. En esta situación se hacen los duelos en soledad y muchos necesitan un apoyo profesional que les ayude a poder afrontar el dolor que sienten y que les está costando demasiado asumir.
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