Contacto cero: qué es y cómo afecta al proceso de duelo

21 diciembre 2025 by Rocío Psicología general 0 comments

Es un recurso que algunas personas utilizan para distanciarse de una expareja, aunque también puede aplicarse a amistades, familiares o incluso en contextos laborales. Se emplea cuando una relación se vuelve insana y bloquea el avance emocional de la persona.

Consiste en cortar por completo la comunicación con alguien de quien necesitamos desvincularnos. Esta estrategia facilita el proceso de duelo y permite avanzar emocionalmente, ya que, en muchos casos, el contacto continuo impide la separación afectiva y mantiene la dependencia emocional.

Para que sea efectiva, es fundamental mantener contacto cero, al menos durante los primeros meses. Recibir noticias o tener algún tipo de interacción en este período puede generar el efecto contrario, aumentando la atracción o el apego hacia la otra persona. Por ello, es clave evitar cualquier contacto inicial.

Se trata de un proceso estricto, duro y doloroso. Sin embargo, con el paso del tiempo, los síntomas emocionales disminuyen y se alcanza un mayor alivio.

Cuando esta técnica se utiliza con la intención de recuperar a la expareja, a un amigo o familiar, como forma de castigo o para llamar la atención, se incurre en una conducta manipuladora. Además, este uso suele intensificar el sufrimiento, especialmente cuando no existe una verdadera intención de cerrar la relación, como ocurre cuando se pretende mantener una amistad con la expareja.

Es recomendable dar un cierre definitivo a la relación y no aferrarse a la idea de una posible segunda oportunidad, ya que esto solo prolonga el dolor.

Es importante diferenciar el contacto cero del “ghosting”. En el contacto cero existe una comunicación previa: se acuerda la ruptura y se informa a la otra persona de la decisión de finalizar la relación, utilizando esta estrategia como apoyo para superar el vínculo. En cambio, el “ghosting” implica desaparecer sin explicación alguna, lo cual es una forma poco ética de terminar una relación.

No es un proceso sencillo, ya que asumir que una relación ha terminado resulta doloroso. Aun así, conservar el número de teléfono, ver la foto de perfil en WhatsApp o seguir a la persona en redes sociales puede generar malestar emocional y dificultar la recuperación.

¿CUÁNDO SE PUEDE UTILIZAR ESTA ESTRATEGIA?

Puede aplicarse en relaciones que resultan dañinas, ya sean de pareja, amistades, familiares o laborales. Es especialmente recomendable cuando el vínculo lleva tiempo deteriorándose.

¿CÓMO LLEVARLA A CABO?

Debe ser una decisión firme y definitiva: aceptar el final de la relación.
Evitar encuentros con la expareja, amigo o familiar del que se desea desvincular.
No dejar abiertos canales de comunicación (llamadas, mensajes, correos electrónicos, etc.).
Trabajar el control de impulsos.
Fomentar un apego seguro y saludable.
Contar con una red de apoyo, como amigos a quienes recurrir en momentos de debilidad.
Evitar mensajes transmitidos por intermediarios, ya que pueden resultar perjudiciales.

CUANDO NO HAY CONTACTO CERO

Cuando no se establece un contacto cero, pueden ocurrir varias consecuencias emocionales y psicológicas que dificultan el cierre de la relación y el bienestar personal:

Se retrasa el duelo: el contacto frecuente mantiene viva la esperanza, la confusión o el apego.
Aumenta la dependencia emocional: cada interacción refuerza el lazo afectivo.
Se reabren heridas emocionales: se activan recuerdos y emociones dolorosas.
Se mantiene la ambivalencia: el contacto intermitente genera confusión emocional.
Disminuye la autoestima: aparecen comparaciones e inseguridad.
Se refuerzan patrones tóxicos: discusiones y dinámicas dañinas se repiten.
Se dificulta la reorganización personal: cuesta reconstruir la rutina y abrirse a nuevas relaciones.
Aumenta el sufrimiento emocional: el proceso se vuelve más largo y doloroso.